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domingo, 3 de enero de 2016

Capítulo 6 - La cama

Me dijeron que los primeros días de erasmus eran los más sorprendentes. Uno vive una saturación de vivencias incesante. No es lo mismo que hacer un viaje normal porque un turista no tiene que integrarse en el día a día de un país.

Pensaba que quitarse los zapatos en la entrada era cosa de los amigos de Jenk, pero no, al parecer en todas las casas de Turquía es costumbre quitarse los zapatos en la entrada.

Ese día decidimos Marcial y yo ir solos a la universidad para inscribirnos.

La universidad estaba al final de una calle muy larga. Me sorprendió lo grande que era. Era como un pueblo dentro de otro pueblo, donde cada edificio estaba lejos de otro y cada uno era para unas carreras distintas. Lo primero que hicimos fue averiguar dónde está la cafetería. Por suerte en nuestro edificio de cinema and comunication estaba en la parte baja. Teníamos que contactar con el encargado de los erasmus, pero esa mañana no estaba. Decidimos tomarnos un çay y relajarnos.

Entramos en los servicios y me sorprendí de ver que había wateres normales y retretes, de los de agujero en el suelo y ya está. También el dispensador de papel era automático y decidimos grabar un vídeo donde se viera esa mezcla de alta tecnología y precariedad. Los muebles de la universidad eran como de los años setenta. Era una mezcla entre modernidad absoluta y lo más obsoleto.

Cuando volvimos a casa estaba Jenk y sus amigos. Nos dijo que no podíamos entrar en la habitación en la que yo había dormido porque iba a venir un amigo suyo con una chica para follársela. Pasamos la tarde en una habitación con un ordenador y una mesita baja tomando çay. Al llegar el amigo Marcial se levató y salíó de la habitación para, y cito textualmente, “ver si estaba buena la mina que se iba a coger el pibe”. Yo le dije que no lo hiciera, que les diera intimidad. Jenk nos contaba que el amigo que iba tenía novia y se iba a follar a otra, por eso necesitaba un sitio donde follársela.

Por la tarde salimos a dar una vuelta. Nos adentramos por el interior de Eskisehir y todo nos parecía nuevo. Las calles estaban bastante destrozadas, cruzar era imposible porque no había casi semáforos de peatones. Mientras caminábamos sentíamos que estábamos inseguros, en cierto momento pensaba que me iban a atracar y le dije a Marcial que paráramos para que los que nos seguían pasasen por delante. Desde luego era todo una paranoia porque nadie nos perseguía ni estaba interesado en atracarnos. Todavía no sabíamos que Turquía era más segura que España en ese sentido. Nos guiábamos con un mapa que nos habían dado y parecíamos auténticos guiris en la ciudad.

Llegamos a un restaurante donde el Iskender valía 4 liras, o lo que es lo mismo, no llegaba a dos euros. Me comí mi primer Iskender y estaba riquísimo. Ese sitio se iba a convertir en mi lugar de referencia para comer.

Al volver pasamos por delante de un tekel en el que vimos en el expositor unos condones. Se lo dije a Marcial. Nos fijamos en otro tekel y lo mismo.

-¿Qué ha pasado? Sí que hay condones en Turquía -le dije.
-Creo que el cafre nos ha tomado el pelo.
-Y nosotros preocupados y comprando antes de venir, qué idiotas somos.
-Ha sido buena jugada de El cafre.
-Ni que lo digas.

Al llegar a casa Jenk nos sugirió ir a un sitio donde se podía jugar a la play station, en vez de máquinas recreativas hay videoconsolas donde cada uno puede jugar. Era nuestro segundo día en Turquía y ya estábamos jugando al Pro Evolution Soccer, igual que hicimos los otros años de carrera. Jugamos hasta las dos de la madrugada y luego nos fuimos a casa.

Justo cuando me fui a dormir, Marcial entró en mi habitación y me dijo: ¿Te das cuenta de que vas a dormir en una cama donde esta tarde han follado?

Ya no pude dormir a gusto.


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