De nuevo me despertaron los kazas que
sobrevolaban Eskisehir. Ese día volvimos a la universidad para
inscribirnos. Marcial entró en una oficina para preguntar dónde
teníamos que ir y vio a una que conocía porque había estado de
erasmus en Gandia. Estuvieron hablando en inglés y yo apenas entendí
nada.
Luego conocimos al que iba a ser el encargado de los erasmus. Era un personaje peculiar, se llamaba Ahmet. Estuvimos en su despacho un tiempo y nos invitó a desayunar algún día. Nos dieron una carpeta y nos explicaron todo lo que teníamos que hacer. Nos teníamos que inscribir en la policía como habitantes de Eskisehir y sacarnos el carnet.
Volvimos a casa con Jenk y fuimos a ver
el piso que habíamos alquilado. Antes fuimos a pedirle las llaves al
dueño, que era médico, en su consulta. Fuimos hasta allí con el
dinero y mientras atendía a un paciente entramos en su consulta y
Jenk y él estuvieron hablando un rato en turco. Yo no daba crédito
porque estaban atendiendo a un hombre que estaba en la camilla
mientras hablaban del dinero, no se esperaba ni a que acabara la
consulta. Finalmente Jenk nos pidió el dinero y le pagamos allí
mismo y nos dio la llave.
Al llegar a casa vimos las habitaciones. Una era enorme, dos muy grandes y otra un poco más pequeña. El comedor también era enorme y la cocina estaba recién reformada. Decidimos jugarnos a los dados quién iba a ocupar las habitaciones. El otro turco no estaba pero íbamos a decidir por él. Yo saqué el número más alto en los dados y me tocó elegir primero. Pero no elegí la habitación gigante, sino la segunda mejor, se la cedí a Jenk la grande. Marcial escogió la otra grande y a Mete le tocaría la más pequeña que estaba al lado del comedor y tenía una vidriera que molestaría bastante para dormir.
Al llegar a casa vimos las habitaciones. Una era enorme, dos muy grandes y otra un poco más pequeña. El comedor también era enorme y la cocina estaba recién reformada. Decidimos jugarnos a los dados quién iba a ocupar las habitaciones. El otro turco no estaba pero íbamos a decidir por él. Yo saqué el número más alto en los dados y me tocó elegir primero. Pero no elegí la habitación gigante, sino la segunda mejor, se la cedí a Jenk la grande. Marcial escogió la otra grande y a Mete le tocaría la más pequeña que estaba al lado del comedor y tenía una vidriera que molestaría bastante para dormir.
Lo primero que hablaron Marcial y Jenk
era de que querían comprar una mesa de ping pong, en vez de
preocuparse por los asuntos serios como Internet, el agua y el
gas.
Luego volvimos a casa de los amigos de Jenk, donde dormíamos, para hacer la mudanza. Allí Jenk tenía un armario, la lavadora y unos cuantos trastos más. Llamamos a un camión de mudanzas y el tiempo se nos echó encima, así que la mudanza se hizo a lo cafre, en vez de vaciar el armario de ropa la metió en el ascensor tal cual, con la ropa dentro, y el resto de ropa la tiraba a montones por el ascensor. Prescindían de maletas y de todo. También cogió unas cuantas alfombras, un tendedero y varios colchones.
No había suficientes colchones para todos, así que el primer día dormimos con los colchones en el comedor y usando un sofá-cama que había. Mientras tanto los otros españoles estaban hablando de organizar un viaje al sur de Turquía. Esa misma tardé conocí a un nuevo español gallego en un restaurante de et borek. El resto de españoles ya lo conocieron en El café del mundo. Me alegraba saber que íbamos a ser más españoles invadiendo Eskisehir.
Parecía que todo estaba casi listo para poder vivir.
Tenía ganas de tener mi propia cama y mi habitación.
Luego volvimos a casa de los amigos de Jenk, donde dormíamos, para hacer la mudanza. Allí Jenk tenía un armario, la lavadora y unos cuantos trastos más. Llamamos a un camión de mudanzas y el tiempo se nos echó encima, así que la mudanza se hizo a lo cafre, en vez de vaciar el armario de ropa la metió en el ascensor tal cual, con la ropa dentro, y el resto de ropa la tiraba a montones por el ascensor. Prescindían de maletas y de todo. También cogió unas cuantas alfombras, un tendedero y varios colchones.
No había suficientes colchones para todos, así que el primer día dormimos con los colchones en el comedor y usando un sofá-cama que había. Mientras tanto los otros españoles estaban hablando de organizar un viaje al sur de Turquía. Esa misma tardé conocí a un nuevo español gallego en un restaurante de et borek. El resto de españoles ya lo conocieron en El café del mundo. Me alegraba saber que íbamos a ser más españoles invadiendo Eskisehir.
Parecía que todo estaba casi listo para poder vivir.
Tenía ganas de tener mi propia cama y mi habitación.
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