Quedamos en Valencia con Ignacio, más
conocido como el cafre. Él acababa de volver de Turquía. Nos dijo
que se lo pasó muy bien por allí. Nos recomendó sitios a los que
ir y, sobre todo, nos hizo una advertencia.
-En Turquía no hay condones, tenéis que llevarlos de España. Hay una auténtica demanda y tráfico de condones allí.
-En Turquía no hay condones, tenéis que llevarlos de España. Hay una auténtica demanda y tráfico de condones allí.
No íbamos a poner en duda su palabra.
Así que el día que partimos Marcial compró cuatro cajas para
todos.
En el aeropuerto me dio mis dos cajas y no tenía sitio para ponerlas, las puse en mi bolsillo tratando de disimular delante de mis padres, que habían venido a despedirme. Finalmente la idea de cruzarnos Europa en furgoneta se fue al traste porque Marcos no tenia la furgoneta.
Yo todavía pensaba en Alicia, aunque estuviera con otro pensaba que de algún modo podría volver con ella si hacía algo, pero tampoco iba a estar todo un año pensando en una persona que ya no me quiere y que está con otro.
En el aeropuerto me dio mis dos cajas y no tenía sitio para ponerlas, las puse en mi bolsillo tratando de disimular delante de mis padres, que habían venido a despedirme. Finalmente la idea de cruzarnos Europa en furgoneta se fue al traste porque Marcos no tenia la furgoneta.
Yo todavía pensaba en Alicia, aunque estuviera con otro pensaba que de algún modo podría volver con ella si hacía algo, pero tampoco iba a estar todo un año pensando en una persona que ya no me quiere y que está con otro.
En el aeropuerto éramos seis personas,
Marcial, Marcos, Ana, Jandro, Miriam, Lena y yo. La situación era
triste por los familiares, que nos despedían y se preocupaban por
nosotros sin saber cuándo nos volverían a ver. Y por otra era
cómica porque yo no sabía dónde esconder los condones que Marcial
me había comprado ante la mirada triste de mis padres.
Cruzamos la seguridad de embarque y yo dejé todos los trastos en la cinta de rayos X. Cuando de pronto la cinta fue para atrás y tiró mi bolsa que llevaba el portatil. Me enfadé y les dije que fueran con cuidado. Mis padres me observaban a lo lejos. Una vez en la zona de embarque comprobé que el monitor no me funcionaba. Llamé a la Guardia Civil que estaba allí y les puse al corriente de lo que había pasado. Apuntaron todo en sus papeles y pidieron declaración a todos los testigos del hecho.
Empezaba mi periplo erasmus y ya me quedaba sin una pieza fundamental para mí: el portátil. Les dije que lo denunciaría y escribí en la hoja de reclamaciones todo lo que pasó.
Cruzamos la seguridad de embarque y yo dejé todos los trastos en la cinta de rayos X. Cuando de pronto la cinta fue para atrás y tiró mi bolsa que llevaba el portatil. Me enfadé y les dije que fueran con cuidado. Mis padres me observaban a lo lejos. Una vez en la zona de embarque comprobé que el monitor no me funcionaba. Llamé a la Guardia Civil que estaba allí y les puse al corriente de lo que había pasado. Apuntaron todo en sus papeles y pidieron declaración a todos los testigos del hecho.
Empezaba mi periplo erasmus y ya me quedaba sin una pieza fundamental para mí: el portátil. Les dije que lo denunciaría y escribí en la hoja de reclamaciones todo lo que pasó.
Mientras esperábamos en la fila de
embarque me tiré un insonoro pedo que hizo a todo el mundo moverse,
yo me callé, no dije que fui yo para no parecer un cerdo.
El vuelo nos llevaría a Londres y de Londres viajaríamos hasta Estambul, de Estambul tendríamos que coger un tren que nos llevase hasta Eskisehir.
El vuelo nos llevaría a Londres y de Londres viajaríamos hasta Estambul, de Estambul tendríamos que coger un tren que nos llevase hasta Eskisehir.
Tenía ganas de llegar.
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